Tratamientos faciales

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Rinoplastia

Por rinoplastia entendemos cualquier intervención realizada para mejorar el aspecto estético de la nariz. De esta forma, existen muy diversos tipos de rinoplastia, cada uno de los cuales suelen tener sus indicaciones, aunque estas pueden variar ligeramente de un cirujano a otro.

La rinoplastia tiene como objetivo alcanzar tanto un tamaño como unas proporciones adecuadas al ideal estético que hoy en día tenemos. Así, se realiza con frecuencia rinoplastia de aumento en otras razas (negros, asiáticos, indios americanos), que por norma general presentan narices menos proyectadas y más anchas.

En nuestro medio, la rinoplastia suele ser de reducción. La más típica es aquella nariz que es demasiado grande, suele tener una protrusión en el dorso (llamada giba), y la punta suele estar caída respecto al ideal estético. Durante la rinoplastia se corrigen estas y otras “anomalías”, y otros muchos factores que son susceptibles de ser mejorados.

La versatilidad de esta intervención hace imprescindible que la primera consulta con el cirujano sea muy exhaustiva. En ella, la paciente debe poder poner de manifiesto (con ayuda del cirujano) cuales son las características que desean corregir, así como cómo es su ideal estético. Es función del cirujano aconsejar al respecto, e incluso explicar que hay ciertas características que no se pueden corregir en determinados pacientes, pues la rinoplastia viene limitada por la anatomía previa de la paciente, en particular por las características de la piel.

Durante la rinoplastia, se puede tratar el tabique nasal en los casos en que sea necesario, circunstancia que ocurre con muchísima frecuencia. En estos casos la intervención se denomina septorrinoplastia, y es a la vez una intervención estética y funcional.

La rinoplastia se hace mediante incisiones endonasales, que no son visibles. Como implica casi siempre la realización de fracturas en los huesos laterales de la nariz, exige el uso de una férula de yeso postoperatoria, normalmente durante 7-10 días. Así mismo, a veces se colocan dos tapones nasales, que se mantiene de uno a cinco días, según las circunstancias particulares de la paciente. En algunos casos muy seleccionados, en particular cuando queremos corregir deformidades muy evidentes de la punta, la rinoplastia se puede hacer abierta, esto es, complementada mediante una incisión en la columela.

Son de particular importancia finalmente dos factores implícitos a esta intervención. El primero es la persistencia del edema. En efecto, aunque el edema postoperatorio baja en los primeros días a semanas, se mantiene un edema residual a largo plazo, a veces durante meses. Esto hace que detalles finos de la intervención no se observen al principio, sino bastante más tarde de haberse intervenido (aunque la intervención global es evidente ya desde el principio). El segundo es la alta incidencia de “retoques” que requiere. Así, hasta el 10% de las pacientes necesitan secundariamente perfilar con mayor detalle algunas de las características de la intervención. Dichos retoques, precisamente por la persistencia del edema (aunque no sea muy notorio) se retrasan unos seis meses (a veces más), periodo que se considera necesario para poder evaluar bien el resultado final de la intervención.