Tratamientos corporales
Aumento mamario. Reducción mamaria. Liposucción y lipoescultura. Cirugía estética del abdomen. Lifting de muslos. Radiofrecuencia.
Liposucción y Lipoescultura
La liposucción tal y como la entendemos actualmente comenzó a utilizarse en la década del 80, y es hoy en día la intervención más realizada en cirugía estética. A pesar de que los términos liposucción y lipoescultura son sinónimos, lipoescultura se suele utilizar con más frecuencia para hacer referencia a una extracción más reducida en volumen, aunque mas detallista por tratarse de una zona más pequeña y con menos grasa. Así mismo, lipoescultura es el término que se usa para designar la reinyección del material graso extraído, tratado de muy diversas maneras, para rellenar cualquier zona anatómica que se considere que lo requiere. En este último caso hablamos de lipoescultura de aumento.
La liposucción tiene hoy en día diversas indicaciones. La principal consiste en extraer acúmulos grasos resistentes al tratamiento, llamados técnicamente esteatomas. Estos esteatomas están constituidos por grasa especial, “de reserva”, y tiene unas localizaciones anatómicas especificas. Las características de este tipo especial de grasa hacen que un esteatoma pueda engordar con facilidad, y sin embargo es muy resistente al adelgazamiento. Las localizaciones más frecuentes de estos acúmulos suelen ser el abdomen bajo en el hombre, y en la mujer el abdomen bajo, (cartucheras, pistoleras), la cara interna de los muslos o la cara interna de las rodillas. La candidata ideal para una liposucción es aquella paciente que no tiene sobrepeso y, sin embargo, presenta diversos acúmulos que distorsionan la línea de la silueta o el abdomen.
La liposucción es también ampliamente utilizada como procedimiento asociado a otras cirugías: la abdominoplastia, el lifting cerficofacial y la mamoplastia de reducción suelen tener mejores resultados cuando la liposucción se usa adecuadamente.
Todas las indicaciones de liposucción tienen sin embargo las mismas limitaciones, y las mismas preocupaciones preoperatorios a considerar. La más importante es la capacidad estimada de la piel para retraerse en las semanas que siguen a la cirugía. En efecto, cuando una zona anatómica ha sido desprovista de la grasa subyacente, queda un exceso de piel relativo en el postoperatorio.
Esta piel tiene que retraerse sobre la zona “vaciada” para que el efecto sea el deseado, al igual que la piel abdominal se retrae tras un embarazo. Esta es la razón fundamental para usar una faja especial en el postoperatorio, que contribuya a dicha retracción cutánea.
Preoperatoriamente, el cirujano debe estimar la capacidad de retracción que la piel tiene, y usar la liposucción solo en los casos en que esta este indicada. En efecto, diversas circunstancias de la piel pueden contraindicar la realización de una liposucción: estrías, atrofia cutánea, poca elasticidad o exceso relativo de piel preoperatorio. Esta precaución es tanto más importante cuanta más edad tiene la paciente. Esta misma característica de la intervención hace que sean importantes también los diversos tratamientos reafirmantes cutáneos postoperatorios.
El dolor suele ser leve, y persiste unos días. La necesidad de uso de la faja viene dada por la respuesta cutánea a la retracción. Si en casi toda cirugía estética los efectos finales tardan un tiempo en poder verse completamente, esto es particularmente notorio en la liposucción. Tras la cirugía, la zona se encuentra edematosa, y dicho exceso de líquido se debe reabsorber con tiempo. Además, parte de la grasa que ha quedado pero cuyas células han sido rotas en el proceso, se va también absorbiendo con el tiempo. Aunque los efectos son notorios inmediatamente tras la cirugía, la zona va mejorando con el tiempo, para conseguir el resultado final a los 6 o 9 meses. Este proceso puede verse sin embargo acordado mediante el uso adecuado de masajes linfáticos postoperatorios.